Historias de gente común y de la otra. Crónicas ramenses 2




La nostalgia es la cita sutil con el pasado
y una forma del sueño.
Es la corriente oculta y silenciosa
que se opone al olvido con decoro.
Es el domingo triste del recuerdo
y la vaga saudade de lo que un claro
día fue tocante, entrañable.
De lo que hubo de hondo y bello entre tantas cosas.
No es sólo el pasado, tiene algo de futuro
adivina, espera
aquello que mañana no afeará la vida.
Raúl González Tuñon





Prólogo

Algunos se han ocupado ya de rescatar a los primeros comerciantes de Ramos Mejía, aquellos pioneros de esta gran urbe del conurbano bonaerense. Por caso, en “Aquel Ramos Mejía de Antaño” de Eduardo Giménez o “Historia de Ramos Mejía” de Luis Ghirardi, se recuerdan los apellidos de los fundadores del hoy centro comercial ramense: Della Maestra; Ferrazzi; Giovo; Piegari y tantos más.

Otros, como quien escribe, por cuestión de edad, solo recordamos algunos comercios de la década del setenta y del ochenta. Por eso, como resultó un hueco entre ambos rescates, para aquellos nostálgicos se me ocurrió tratar de rearmar aquel centro comercial ramense, digamos entre las décadas del veinte al cincuenta.

Recurriendo al relato oral de los que fueron protagonistas y testigos pude ir armando, como un rompecabezas –al que seguramente le faltaran piezas-, el entramado comercial céntrico.

La “Mesa de Magariños” (del café homónimo) conformada por un grupo de hombres mayores, fue el puntapié que permitió ir construyendo el recorrido. Algunos de sus nombres son familiares, otro simplemente serán reconocidos por sus familiares, lo importante es que con su aporte comencé este ensayo.

Algunos de estos hombros son y fueron Héctor Cufré, director fundador del Normal de San Justo; Nicolás Magnelli; Alejandro Valentín Recoaro; Ismael “Cacho” Díaz; Ludovico “Tito” Ombroni, Oscar Novillo; Oscar Ferrazi; Tito San Martín y Horacio Perkins.

Estos hombres recibieron a éste cronista y abrieron sus recuerdos. Sus discusiones sobre tal o cual comercio, ubicado aquí o allá, permitieron ir confeccionando un damero comercial de las principales manzanas comerciales de nuestra ciudad, por eso vaya desde éstas líneas mi más infinito agradecimiento y gratitud.

Soy un fanático de la tradición oral, no reniego en absoluto del academicismo, pero contar con la voz de los protagonistas para hilvanar la historia suele ser el argumento menos refutable de todos.

Cometería una falta garrafal e imperdonable si no mencionara otros nombres que colaboraron en este emprendimiento: Piasco; Benchimol; Morelli; Zani; Jarast; Rossi; Frasisti y Baudracco, son sólo algunos más de todos los autores que tiene este ensayo.

La idea es ir recorriendo con ustedes las distintas arterias de nuestro centro comercial para recordar los comercios que, si bien no fueron pioneros, colaboraron fuertemente para forjar éste presente comercial.

En esta recorrida virtual, iremos mechando anécdotas imperdibles de nuestros antepasados, recogidas una vez más desde la memoria individual.

Los invito a abrir su mente y su imaginación para tratar desde este presente, reconstruir juntos ese pasado fundador. 

El viaje comienza ahora.

Los miembros de la “Mesa de Magariños”




“La vergüenza de haber sido y
el dolor de ya no ser”
(Cuesta Abajo – Tango)








Lado Norte… ¿es el lado fundador? 

No vaya esto es desmedro del lado norte de nuestra ciudad, que por otra parte, fue la zona fundacional, no olvidemos que esa manzana rodeada por las calles Alvarez Jonte, Riccheri, Alem y 9 de Julio está asentada la primera plaza de nuestra ciudad, la Plaza Domingo Faustino Sarmiento. 

El monumento a Sarmiento y su madre, junto a la Parroquia Ntra. Sra. del Carmen son hitos fundacionales de nuestra ciudad junto a la Casa Estación del ferrocarril. De hecho, las autoridades del Museo que funciona hoy en la estación, han ideado un recorrido histórico por estos tres lugares. 

Por eso, bien vale empezar nuestro recorrido por los frentes de esas arterias norteñas. 

Frente al Colegio Santo Domingo se levantaba, casi sobre Gaona esquina Scalabrini Ortiz, el “Almacén Travi”, caminando desde ésta por Riccheri, antiguamente denominada Buenos Aires, en dirección a la estación ferroviaria se ubicaron el “Billar-Confitería de Piasco”; la “Peluquería de Francisco Cachone”; la “Lechería de Martín Arla y Rafael Andreane” y finalmente, en el número 31, “El Progreso”, bazar y librería propiedad de Emilio Parodi. 

En Ardoino 34 la cigarrería Villa y en su intersección con Monteagudo, la esquina que durante los años setenta cobijo al restaurante “La Tablita”, fue la herrería “La Libertad” de Pascual Caprio. 

Volviendo a la plaza, sobre 9 de Julio y Alem, la “Peluquería de mujeres de Cayetano Latanzi”; en el 30, la tienda, mercerías y ropería “La paloma” de Muci Acha, más popular como “lo de Acha”; en el 34, la sastrería “Casa Basulto”; a la altura del 56, la “Zapatería de Vito Antonio Longo”; después la imprenta de “Dublino–Pagani” y ya en el número 84 un verdadero hallazgo que resultó de ésta investigación: la sede social de “Cóndor Béisbol Club”. 

El Cóndor Béisbol Club que, por cierto, hasta por lo menos 1959 existía, había sido autorizado por una ordenanza municipal, la número 2209, a utilizar un predio propiedad de la comuna ubicado en el barrio Loa Alamos, a la altura del kilómetro 35 de la ruta nacional 3 como su campo deportivo. La ordenanza esta rubricada por Oscar Prego y Faustino Aguirre, presidente y secretario del Concejo Deliberante, respectivamente. 

Al 200 de 9 de Julio el almacén de comestibles y bebidas “El Modelo” de Pablo Cassara. 

Sobre Alem, mucho más conocida como Segunda Rivadavia, llegando a Güemes, el primer local de la “Ferretería El Indio”, propiedad original de Bertolon y Medo, hoy en Güemes Nº 45, propiedad de Carlos Scopelleti, quien fuera el primer dependiente de la originaria ferretería. 

Carlos es un tipo verdaderamente singular, uno de esos personajes que escasean en el comercio de hoy. Hay una anécdota que lo pinta de cuerpo entero: hace un tiempo, llegó a su local uno de esos viajantes de comercio, representante vaya a saber de que proveedor de herramientas, y comenzó a frecuentarlo. 

Un buen día, el hombre llega y se encuentra con que “Carlos” acusa un trato extremadamente formal y distante. El viajante, al que llamaremos Juan, se sorprende y le pregunta al ferretero si ha pasado algo. El caso es que el personaje que el viajante creía que era Carlos, terminó presentándose como “Roberto”, a la sazón el hermano gemelo de Carlos, que vivía en el Sur, según el ferretero. De ahí el distanciamiento. 

Juan, el viajante absorto, no puede creer la increíble semejanza entre ambos gemelos. Así las cosas, “Roberto” le explica que “Carlos” se había tomado unas merecidas vacaciones. 

En este punto, el lector creerá que esto es pura “sanata”, pero créanme, lo pude comprobar. Quien escribe, supo presenciar las confusiones del viajante. Confusión que contaba con la complicidad de su hijo Juan Carlos y de quien escribe, llamándolo alternativamente, “Roberto” o “Carlos”, según la ocasión. 

Por supuesto que hubo una última visita de Juan, del que no se supo nada más, sólo se puede aseverar que jamás supo la verdad. Ese es Carlos Scopelleti.

Ferretería El Indio. De izquierda a derecha: Bertolón, Medo y Carlos Scopelleti. 
Diciembre de 1951. Esquina de Além y Guemes
Fotocopia de la Ordenanza sobre
“Cóndor Béisbol Club”

Boceto del armado del rompecabezas comercial con la ayuda de la mesa de Magariños.
Esta crónica incompleta
fiel tan sólo a los recuerdos,
lleva en sí un íntimo homenaje
a todos los que se fueron
(Del Viejo Ramos Mejía - Raúl Oscar Díaz Castelli)

Lado Sur. El centro se hizo centro

            Viniendo de Ciudadela, los ramenses se sorprenden al ver la sede de la Región Descentralizada Noroeste del Municipio de La Matanza en la esquina de Almirante Brown y Rivadavia. Para los más jóvenes y para los curiosos en general, si se acercan hasta allí, observarán en la ochava,  que se preservo en la restauración arquitectónica el frontispicio de la fábrica en un bello bajo relieve de material gris, con la imagen de una cara con gesto serio, sobre su cabeza dice “Chissotti” y a la altura de su pecho como si fuera su apellido “Marca Registrada”. Ese rostro es el Fernando Chissotti, creador de lo que fue “Chissotti Hnos. & Cia.”, destiladores licoristas, especialistas en Fernet y Grappa Chissotti.

            Dice una crónica de historiador Angel Verger que “Don Fernando Chissotti, llega al país en febrero de 1889, desde Italia, pronto se dedica a la licorería por tener conocimiento sobre eso. Y es a fines de 1895 que elabora y fabrica en su casa, lo que seria su especialidad al fraccionar una modesta y reconfortante grappa a la que le da su apellido. La cuál, muchos obreros, toman a la mañana para combatir el frío”.

            “Su calidad hace que sea aceptada por todo el pueblo, dejando de fabricar los néctares de anís, menta o guindado. La demanda es mucha, por esa razón agrega a su rubro el oscuro Fernet. La ciudad se agranda y la mano de obra consume sus productos. Los obreros licoreros, destiladores de la bebida, agregan como novedad la grappa con miel o la rosada de rico sabor y fuerte graduación alcohólica, la que es apetecida por la ciudadanía de las provincias. Sus productos se extienden a otros países, por su alta calidad. Pasan los años, la fábrica se agranda y Don Fernando, anciano, se retira del negocio dejando a sus hijos la dirección de la misma. Sus hijos Oreste, Jacinto, Alberto y Alfredo no tienen el mismo criterio de ese luchador, y el comercio empieza a decaer por la fuerte competencia en el ramo. Ya no se fabrica la diaria producción de 1500 litros de grappa y 400 de Fernet. Por esa razón sus hijos deciden separarse y vender, para tomar otros rumbos, el amplio depósito y fábrica junto a la casa hogareña de Alte. Brown y Rivadavia subastada en Octubre de 1971. De aquella fábrica, orgullo de Ramos Mejía, solo queda el recuerdo de un itálico luchador”.



Antigua publicidad de la marca


            Siguiendo por Rivadavia, en su cruce con Cabral, estaba la QuintaLa Rana”, en la que las Hermanas Oblatas, iniciaron su actividad abriendo una escuela para niñas huérfanas. Vivían de la caridad pública y para mantenerse vendían trabajos de bordado que realizaban, con el paso del tiempo se reubicaron en su actual solar, en Necochea y Saavedra.

            Caminando por Rivadavia en sentido oeste, llegamos a la cuadra que hoy ocupa el Supermercado Coto, altura 13.800, pero antes, mucho antes, hubo otros comerciantes. La foto de esa cuadra es muy famosa y muy vista, es la que acompaña éste recuerdo y data de 1914.
                       



De izquierda a derecha: la zapatería Berro-Bellocq, al lado la entrada de carros lecheros, luego el restorat café de la familia Harboure, la tienda del “turco” Salomón Fener, y la talabartería de la familia Trapese, cerrando el cuadro, construida en madera. Doblando por Moreno, que por aquellos años tuvo una pequeña luminaria en medio de la calle, un surtidor de combustible, la cochería “Duarte”, la florería “La Orquidea”, en el 67 la “Sastrería Tamburri, para damas y caballeros” y un terreno que era utilizado por los Bomberos Voluntarios para organizar kermeses. Dicho sea de paso, en una guía comercial de 1945, facilitada al autor por Ariel Baudracco, se promociona “el deber de buen vecino” en la colaboración de la construcción del nuevo cuartel central de los bomberos.


Esquina de Moreno y Rivadavia. Al margen izquierdo se observa el surtidor de combustible.

Copia de la publicidad por la construcción del cuartel central de los bomberos
   

             Desandando Rivadavia siempre hacia el oeste, aquellos viejos vecinos se iban encontrando con las siguientes ofertas comerciales: la Sodería de Espina; Para Ti; la Tintorería Hiroshima (y si no, cómo se iba a llamar,  no?); la cervecería Africana; el cine Ardoino, propiedad de Esteban Ardoino, más tarde Cine Ramos Mejía; la casa de fotografía de Perelti; la Tienda GDA – Grandes Despensas Argentinas, que era una casa de deportes; en el 13.968 el Escribano José Claret; el 13.972 para la Agencia “Crysler” de Iannone & Rodriguez y venta de Nafta y Kerosene YPF Fiscal, como rezaba su propaganda. Cerrando la cuadra, en el 13.998 la Farmacia Giovo de Braulio E. Vidaurreta.

Trazar un recorrido de recuerdos es muy arbitrario, por tal razón, en esta crónica iremos rodeando las manzanas, por ello, mis pasos se encaminan por la calle Bólivar (vereda este).

           
            En Bolívar 28, “Camiserías Vernet”, artículos para hombres; la panadería de Felipe Escudero; una curiosidad: para 1946, en el 42 la lechería “La Martona” y en el 52, “La Vascongada”; en el 44, “Artículos de Foot-Ball y Sport” de Artuto Talevi; el 60 para el “Bazar Arroyo” y ya en el 78 la Peluquería de Víctor Piegari y su promoción de “corte de melenas”. Nos relata Eduardo Gimenez en su Ramos Mejía de Antaño: “en el interior de ese salón, una de las paredes estaba cubierta por la gran consola de madera oscura con altos espejos, enfrente las sillas de Viena para la espera de los clientes, y, en el medio, la mesita con La Prensa y los últimos números de la revista Caras y Caretas. Tampoco faltaba, al fondo, el intrigante artefacto de bronce cromado para el agua caliente de las afeitadas y los paños para fomentos”.



            “El peluquero, don Víctor Piegari, solía convertir a su salón en un amable lugar donde se charlaba, abordándose todos los temas. A veces hasta llegó a afeitar en silencio a determinados clientes, pero en general bastaba con arrellanarse en su cómodo sillón y preguntarle: "¿Qué se dice, don Víctor?", para que se iniciara la conversación. Y en las contadas veces en que la navaja infería algún pequeño corte, don Víctor se apresuraba a cauterizarlo con la piedra de alumbre”.

Otra foto curiosa de nuestra ciudad. La esquina de Bolívar y Rivadavia, hacia el sur, con boulevard

        
                 Girando por Mitre, vivía la familia Ghisani, y a los fondos del cine Ardoino, un terreno que era utilizado por el Atahualpa Rugby Club, que tenía su sede en Avenida de Mayo 552.

            Atahualpa Rugby Club fue el 101 club afiliado a la U.A.R. en 1958. Se desafilió en 1965, junto con otro equipo denominado Los Tábanos. No poseyó cancha propia, sino que jugaba en un Campo Deportivo de los ferreteros. Varios de sus jugadores, después pasaron a Matreros, de la vecina localidad de Morón. Fue su primer presidente Dn. Adalberto Maldonado y como tesorero a Mario Valsecchi.

            Hablando de deportes, es digno mencionar a Francisco Dove, primer representante de nuestros pagos en una olimpíada y a Dn. Alberto Lefrancois, quien resultara imbatible en la prueba atlética de los tres mil metros. También por esos años, surgía “el tata” Rocamora, primer garrochista nacional, campeón intercolegial y ganador del campeonato ferroviario. Fue representante olímpico de la Argentina en dos ocasiones.

            Después de este recuerdo deportivo, volvamos a caminar nuestras calles. Acabamos con el recorrido de la manzana comprendida por Rivadavia, Bolívar, Mitre y Moreno.  Visitemos ahora, la vereda sur de la calle Mitre, entre San Martín y Moreno.

            ¡Agarrate Catalina, que nos vamos para abajo! El burdel, el juego, todo, dicen, se daba en “La Jaula” de Gilardoni, que con el tiempo desapareció y dio paso a la tienda del “turco” Rich. Dicen las crónicas de la época, que en La Jaula era común el “escolazo”.

Propaganda de la época en una publicación comercial


            Si me permiten una licencia, ya que estamos en esta esquina, quisiera recordar el comercio de Mitre Nº 7: la “Casa Tozzi”, de radio electricidad, pero que sólo hacía reparaciones. En esa misma vereda, por supuesto, se encontraba el viejo Salón Victoria, luego Cine San Martín y antes, Sociedad de Socorros Mutuos de Ramos Mejía.

Plano de remodelación del Salón Victoria de 1928

               
                Cruzamos la calle Bolívar y nos ubicamos en la actual farmacia Para Ti para continuar nuestra recorrida. Avancemos caminando por Rivadavia.

            Aquellos viejos vecinos se encontraban con un carrousel en la esquina, circa de 1935, luego, la Librería Renacimiento, con su “gran surtido de novelas” a la altura del 14.012; más adelante, en el 14.024 la TiendaLa Lucha


      

            Al 14.036, la mercería de G. Ferrazzi, un petit Gath & Chaves, según los memoriosos. Luego Bonafide, y en el 14.050 el Mercado Ramos Mejía.

            Mención especial para este lugar: dentro del mercado, que tenía su salida por la calle Belgrano, los ramenses encontraban los siguientes comercios: fábrica de hielos “La Rubia; despensa “Las Familias” de Natalio Benasso; verdulería “La Real” de Saverio Nicotera; despacho de carnes de Telmo Bernabel Bordolí; “La Milanesa” fábrica de pastas de los hermanos Rodriguez; otras carnicerías: la de Manuel Sanchez y “El Antiguo Porvenir” de Angel Sessarego; venta de verdura “La Legalidad” de José Strazzeri y la fruterá “La Paz”, de quien presumimos, hermano del anterior, Don Salvador Strazzieri. En el  14.056 la “Confitería Ramos Mejía” de O. D. Della Maestra; la fiambrería de Luis Tabusso, estaba al 14.062 de Rivadavia y en el  14.072 una gran despensa: “La Flor de Ramos Mejía” de Fausto Bellano & Cia., solar que luego ocupara definitivamente la zapatería de la familia Berro.

            Continuando por la Avenida de Mayo, en su mano par, en el 32 “La Novedad”, la casa de las lanas; “Trevi Bar”, la Casa de Auxilio, pasando ésta, el solar conocido como Casa Vivero. Avanzados los años, contiguo a la Casa de Auxilio se construyó un inmueble en el que funcionó durante muchos años una calesita para niños y que hoy es una biblioteca municipal. Si bien la foto que ilustra, es de algunas décadas posteriores de las que se ocupa éste trabajo, vale la pena su publicación.

Gentileza de la familia Zani. Circa 1970

    


            Así llegamos a la calle Belgrano que nos recibe con la actual Casa de la Cultura, pero que supo ser el primer solar que albergó al cuartel de Bomberos Voluntarios.  El predio que ocupa la Galería Rivadavia supo ser un baldío en el que, de tanto en tanto, se asentaba un circo, luego el Mercado, actual Galeria La Stradda. Luego, ya en la esquina de Bolívar, con los número 93 al 99, la legendaria “Soria”, propiedad de Luis Soria.




           

            Luego el Registro Civil, la sastrería de A. Bevilacqua en el 67; el Dr. Agustín Carrizo, cirujano dentista en el 47; en el 23 el estudio fotográfico “Armande”; en el 19, bar “El Inca”, del que nos ocuparemos en un capítulo aparte, y finalmente, “La Clínica de Las Medias” en Bolívar 11.

La esquina de Av. De Mayo y Rivadavia. Sus cambios

La Av. De Mayo en 1930





Otra vista, desde la Casa de Auxilio. 1942.






Foto de la década del 60.




Foto de la década del 70.





































Foto al momento de editarse el libro de la más famosa esquina



           Llegamos a la esquina más famosa de nuestra ciudad, la que para la década del 40 supo albergar en el 14.100 al “Bazar, Radio, Electricidad y Juguetería” de Arturo Talevi. Años mas tarde, el almacén de Don Bernardino Fernández. El terreno de la propia esquina, fue el asiento del “Bar Dos Avenidas”, y durante esos años, en su planta alta contaba con un salón de billares; más tarde “Odeón” y muchos más acá, el ya desaparecido “Pálamos”.

            Nos relata Carlos Boragno en “Ramos Mejía, escritos sobre la ciudad”:

            Si tenemos que hablar de una esquina importante en nuestra ciudad, tenemos que mencionar a la Avenida de Mayo y Avenida Rivadavia, después de charlar con algunos vecinos, pude copilar esta pequeña historia: …dicha esquina era propiedad de los hermanos Fernández, y el rubro, no podía ser de otra manera, era lógicamente Bar y Almacén de Ramos Generales. Por la entrada de Rivadavia, de tierra, aun sin adoquinar, se ingresaba al bar, y por la de Avenida de Mayo, al almacén, en ambas veredas había un palenque para que los parroquianos ataran sus caballos. En la década del 60, se llamó “Dos Avenidas”, reducto del hipismo vernáculo, motoqueros, poetas y músicos, luego, ya en los 80, se convirtió en un moderno bar, llamado “Odeón”

            Esta cuadra de Rivadavia al 14.100 mantiene los dos comercios más antiguos en cuanto a no haber cambiado de ubicación desde su fundación: la PanaderíaLa Rosa” de Vettier y Lassallotte y la Farmacia “Del Pueblo” de Rosseau y Bianchi. La primera en el 14.130 y la segunda en el 14.176. En el 102, existió “La Unión”, gran almacén, fiambrería y bar, con venta de carbón, leña y forrajes, propiedad de M. Cueto y Flia. La tintorería “Bucarest” de R. González en el 14.118, que más tarde se mudaría a Av. De Mayo.

            También vivió en esta cuadra la familia Berrueta, uno de cuyos integrantes, José María, fue el primer presidente de los Bomberos Voluntarios, designado el 11 de marzo del ’37, según la asamblea general que cita Luis Ghirardi en su trabajo “Historia de Ramos Mejía”. Ya cerrando la cuadra, en el 14.180 la confitería de Manuel Piasco. Doblando por Necochea, uno podía llegarse hasta el consultorio del Odontólogo Ricardo Folco, en el 57 de dicha arteria y unos ciento cincuenta metros más adelante, entre Belgrano y Alsina, la empresa de transportes de José Iglesias e hijo y la carnicería de José Rossi. Pero, no nos distraigamos y volvamos a nuestra esquina emblemática, para desandar la vereda oeste de la avenida De Mayo.
           
            El primer registro que esta investigación detecto, fue el ubicado en el 35, como perteneciente a la partera Martina Albiztur de Pardo, sin embargo, la “mesa de Magariños”, adjudica ese domicilio a la “Librería de José Spina”; Carlos Gallia, tuvo la ‘quesería, mantequería y fiambres’, La Flor de Ramos Mejía en De Mayo Nº 37, negocio homónimo al que tuvieron Fausto Bellano & Cia. en la Av. Rivadavia, aunque éste escriba no pudo determinar si se trato de una casualidad o si los segundos vendieron su comercio al tal Gallia al abandonar su primera ubicación.

            La “Bicicletería Ramos Mejía” de Remo Tonello, en el 41; en el 69, otro odontólogo, el Dr. Reyes Salinas; la Peluquería de Cataldo Mollo y la tienda “La Obrera” de A. Halbete, en el 99. Esta cuadra también albergo la sede la Unión Telefónica.

            Antes de abandonar el recorrido de esta última manzana, recordemos que en la esquina de Rivadavia y De Mayo, hubo un mástil instalado en 1934, en oportunidad de los festejos del 9 de Julio –ver foto de página 30- y en la ochava sudoeste aún permanece, un poco descuidado, es cierto, un monolito construido por los reos del Penal de Sierra Chica, emplazado en 1913, su fin es el de la orientación, por ello tiene tres caras o aristas: una indica la distancia a Buenos Aires (3,30 km), otra, la distancia a Morón (4,90 km) y la última, la que hay hasta San Justo, que indicaba 4 km. De Mayo y Belgrano, fue el lugar de la primera ubicación del busto al Gral. Belgrano que hoy está en la plazoleta de San Martín y Moreno, trasladado cuando en 1969, se decidió eliminar el cantero central de Tilos que corría a lo largo de la Avenida hasta su intersección con Alvarado.

            Terminado el recorrido de las, para mí, principales manzanas del centro comercial, los invito a un recorrido aleatorio por distintas cuadras. Comenzaremos por la calle Belgrano, en su vereda sudoeste, y su intersección con Bolívar. Pareciera que hay terrenos destinados a tener por siempre el mismo fin: fíjense sino, que en Bolívar 101, es decir, la propia esquina, para 1928, estaba “Al Ahorro”, almacén y ferretería de Agustín Cavalleri, en 1946 existió la Pizzería “Titín” de Agustín Rastilli y con el tiempo, en ese mismo solar, funcionó hasta hace muy poco (septiembre de 2011) la Pizzería “Las Palmas”, que acompaño la cena y el café de los ramenses por muchísimos años, el rubro gastronomía estuvo predeterminado. Continuemos, el solar que ocupa el Banco Provincia, fue sede del Telégrafo Provincial, en el número 36, en el año 1946, funcionó el restaurante y cancha de bochas de Antonio González; estaba también la Librería de Lizardo; supo estar el Colegio Nº 4; el Almacén Bar de Buscaglia y doblando, ahí nomás, en el  104 de la avenida, la despensa “El Luchador” de López y Lorenzo. Si cruzamos, y nos adentramos al cien de Belgrano: los automóviles de alquiler de Tiburcio Contreras y en la próxima cuadra, en el 252, la olvidada “Pileta de Natación Iguazú” y por último, ya en el trescientos, el “Club Defensores del Oeste”, sede de los amantes del deporte de la paleta. Cuna de grandes pelotaris ramenses.

            En Bolívar al cien, existió la fábrica de aguas gaseosas de los Hnos. Del Porto y el bazar, menaje y juguetería “El Ahorro” de Enrique Gaggiolo; en Alsina 43 la empresa de pompas fúnebres de Miguel Vicente, y en el 145, la cochería  Miranda, aunque la que se ha mantenido a lo largo de los años es la ubicada Espora 460: “Casa Morelli e hijos”.
           
            Como cierre de éste capítulo, los mayores recordaran que durante muchos años, cuando uno viajaba, sea en el 196 (hoy 96) o en el 188 (hoy 88) hasta la esquina de Avenida de Mayo y Alvear, pedía el boleto indicando que iba “hasta la pileta”. Mis mayores, referían que en el lugar existía una casa con pileta de natación que podía ser vista de la vía pública, yo mismo, e indicado al chofer el destino de mi viaje usando esa frase. El haber buceado en la historia me permitió confirmar tal expresión y poder documentarla para todos los lectores.

            Cuando uno le decía al colectivero “hasta la pileta”, se refería a esto:




La fotógrafa de la Catanga

La fotógrafa alemana Grete Stern, que vivió en Buenos Aires hasta su muerte, realizó un trabajo visionario en los años 40, cuando solía pasearse por Ramos Mejía con su aire europeo inconfundible, publicó en 1999 el periódico Página 12 cuando se hizo un retrospectiva de su obra.


A principios de 1940 se radicó en la localidad de Villa Sarmiento, conocida por nuestros mayores como “la Catanga”, la familia Stern-Coppola, ya que las excelentes condiciones ambientales del lugar ayudarían a la recuperación de la salud de su hija de cuatro años Silvia. 


En la calle Hilario Ascasubi Nº 1073 (hoy H. Ballesteros) inauguraron una casa racionalista, obra del arquitecto ruso Wladimiro Acosta, con un amplio jardín parquizado con variadas especies, entre ellas un castaño de la India. 


La construcción resultaba insólita en el barrio ya que no coincidía con el gusto local de chalecitos que convivían con casas antiguas, a tal punto que los vecinos la llamaban “la fábrica”. En la planta baja de la casa se encontraba la vivienda y en la alta el correspondiente estudio.


Cinco años antes el matrimonio había llegado a Buenos Aires desde Europa exiliado del régimen nazi. Grete Stern, nacida Alemania, se había formado profesionalmente en el dibujo, la publicidad gráfica y la fotografía vanguardista, esta última en la Bauhaus. Y fue allí donde conoció al argentino Horacio Coppola. En 1935 se casaron y debido al antisemitismo virulento se radicaron en la Argentina.


Rememora su hija Silvia en un reportaje realizado por Moira Soto para Página 12, “pose como modelo de muchos de los Sueños de Grete Stern, esos maravillosos fotomontajes surrealistas realizados entre 1948 y 1952 para la revista Idilio”.


Dijo Luis Príamo, un enfático preservador del patrimonio fotográfico nacional sobre ésa obra de Grete: “fue la primera obra fotográfica –y la más importante hasta hoy– radicalmente crítica de la opresión y manipulación que sufría la mujer en la sociedad argentina de la época, y de la humillante consecuencia del sometimiento consentido. La mirada zumbona y sarcástica de Grete no se detiene en la compasión por la víctima, sino que avanza también sobre los resultados alienantes de la resignación”.


Volviendo a Silvia y el recuerdo de su madre: “Era divertidísimo trabajar con ella, acompañarla. La pasaba muy bien. Yo tenía 12, 13, 14 años y para mí eran simplemente sueños, ilustraciones destinadas a una revista para mujer. Creo que mi mamá nunca pensó que estos fotomontajes fueran demasiado urticantes o cuestionadores. Los Sueños eran en realidad una tarea de encargo, para ganarse la vida. Pero, desde luego, siguiendo una línea de conducta. Aceptó porque estaba de acuerdo y se tomó en serio el trabajo”


Y rememora “ella caminaba por la calle tan tranquila en pantalones. María Elena Walsh solía recordar el escándalo que provocaba. Iba a veces con el pelo a la garçon, tuvo épocas en que se pintaba mucho y otras nada, casi siempre con el pucho en la boca. Un estilo completamente fuera de los cánones aceptados en esa época”. Silvia Cóppola iba al Colegio Ward y en más de una oportunidad tuvo que discutir la insinuación –hecha por algún profesor– de que “las mujeres que fumaban eran poco menos que putas. Pero mi mamá no se sentía una transgresora, ella pensaba que tenía derecho a hacer lo que se le diera la real gana. No registraba toda la incomodidad o sorpresa que despertaban sus actitudes”. En esos tiempos, Grete Stern ya se había separado del notable fotógrafo Horacio Cóppola y, en consecuencia, en la escuela Silvia era la única hija de divorciados: “Como si este estigma no fuese suficiente, mi madre se comportaba de forma atípica. Por ejemplo, había una reunión de chicas en mi casa, y ella era muy capaz de poner sus músicas –brasileña, jazz– y largarse a bailar sola. Yo me quería morir. Hasta los 15, 16 fui una niña muy convencional, y me daba pudor que mi mamá se saliera tanto de la norma. Discutíamos bastante. Pero ella seguía en lo suyo, imaginativa y creadora para todo: le gustaba jugar con los colores al cocinar, teñir el arroz con remolacha. Vivíamos en una casa poco convencional, muy moderna, con mucho vidrio, del arquitecto Vladimiro Acosta. Por cierto, mi mamá nunca puso cortinitas”.


Para cerrar el recuerdo grato de ésta ilustre vecina, no se puede dejar de decir que, esa casa –de estilo racionalista, que aún se mantiene en pie- fue centro de intelectuales y artistas españoles (Arturo Cuadrado, Luis Seoane) alemanes (Clément Moreau -Carl Meffert-) y Argentinos de la talla de María Elena Walsh, Pepe Fernández, Ernesto Schoo y Gyula Kosice. Grete falleció en 1999, a los 95 años de edad.



La revista Idilio (Editorial Abril) era una publicación popular dirigida a un público mayormente femenino de clase media, que incluía una sección denominada “El psicoanálisis le ayudará”. 


Bajo el seudónimo de Profesor Richard Rest, el sociólogo Gino Germani y el psicólogo Enrique Butelman analizaban los relatos de sueños que eran enviados por sus lectoras para que luego Stern los ilustrara con fotomontajes que condensaban los elementos oníricos descriptos.




“Grete Stern”


María Elena Walsh. Fotografiada por Grete en 1947





De trenes, taxistas y nazis

            Así como relatamos que Grete Stern encontró refugio en nuestros pagos escapando del nazismo imperante en Europa, en las postrimerías de la segunda guerra mundial, algunos relatos refieren la llegada de alemanes, partidarios del nazismo a Ramos Mejía.

            Si bien, al momento de escribir estas líneas, la investigación no pudo dar con algún domicilio cierto, hay crónicas históricas que mencionan a nuestra ciudad como una más de las localidades entre las que los nazis habrían encontrado refugio.

           Por aquellos belicosos años, el Partido Nazi, en retirada ante lo inevitable de su derrota, pergeño un plan de fuga, que por supuesto contó con la complicidad de compatriotas adherentes al régimen y algunos otros, que colaboraron por un interés pecuniario.

        Los historiadores dedicados al estudio de las actividades llevadas adelante por el Tercer Reich, han coincidido en la siguiente versión de la historia:   La idea de llevar el nazismo organizado a Buenos Aires fue de los marineros mercantes de las líneas Hamburg-Süd y Hapag-Lloyd que salían de Hamburgo. Desde mediados de 1930, los miembros del partido de Hamburgo habían trabajado para crear una oficina en el puerto sudamericano con el fin de mantener contacto con los alemanes de ultramar y a la vez obtener fondos para el movimiento nazi.

        El partido Nazi argentino, según registros descubiertos en Alemania al final de la guerra, tenía 315 miembros a principios de 1933, y 2110 a comienzos de 1936. En 1937 la AO hizo el cálculo de que el Landesgruppe argentino era en números absolutos el cuarto partido Nazi fuera del Reich (después de los de Brasil, Holanda y Austria). No obstante, considerando la relación entre los alemanes nativos que residían en la Argentina y los miembros del partido, la relación era de 28:1, lo cual colocaba al partido argentino muy abajo en las estadísticas. Cuando el partido fue supuestamente disuelto por la presión del gobierno argentino a mediados de 1939, las listas contenían 1635 miembros. Según Wieland, los criollos fueron admitidos en la organización semilegal que lo sucedió, denominada Federación de Círculos Alemanes de Beneficencia y Cultura. La última cantidad de miembros registrada fue de 1489 a fines de 1942. El 16 de septiembre de 1942, el presidente Castillo ordenó el cierre de la federación, y en agosto de 1943 el gobierno militar la disolvió definitivamente.

        La embajada alemana en la Argentina hizo esfuerzos para cultivar a intelectuales, profesionales y funcionarios argentinos en la visión de la “nueva Alemania”. A mediados de 1936 se fundó una Comisión de Cooperación Intelectual, integrada por 19 destacados argentinos proalemanes, entre los que se destacaban Gustavo Martínez Zuviría, el Premio Nobel de Biología Bernardo Houssay, el decano de la Facultad de Derecho de Buenos Aires Juan P. Ramos, el político derechista Matías Sánchez Sorondo, los médicos Gregorio Aráoz Alfaro y Mariano Castex y los historiadores Ricardo Levene, Carlos Ibarguren y Roberto Levillier. En julio de 1937 la embajada subsidió la fundación de un Instituto de Estudios Germánicos dentro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. El instituto fue dirigido por Juan Probst, un profesor de literaturas del norte europeo en la universidad nacional, que había nacido en Alemania. Además, el embajador von Thermann dispuso que las universidades alemanas otorgaran títulos honorarios a personajes notables de la política argentina como Saavedra Lamas, Castex y Ramón Castillo. 

            Debe mencionarse la vasta red de espionaje nazi montada en la Argentina durante la guerra y financiada por la embajada alemana. Dicha red estuvo constituida por personajes llegados del exterior y algunos empresarios de la colectividad alemana captados al efecto en la Argentina. Entre los últimos se encontraba Werner Koennecke, quien, desde una oficina situada en el edificio del Banco Germánico, llevaba las cuentas de Hans Harnisch, Wolf Franczok y el agregado naval de la embajada, Dietrich Niebuhr. Y es aquí, donde nuestra ciudad, toma relevancia entre tantas otras: en la red de espionaje.

            Administrada por Koennecke y operada por Franczok, se crea la “Red Bolívar”, una de las organizaciones de espionaje nazi de mayor éxito de la Segunda Guerra. Cuando fue descubierta por Coordinación Federal en agosto de 1944, incluía una flota importante de automóviles, transmisores portátiles, “casas seguras” y unas diez chacras transmisoras en Bella Vista, Pilar, San Justo, General Madariaga, Ranelagh, San Miguel, Ramos Mejía, y en las provincias de Santa Fe y Santa Cruz. Esta versión de los hechos, ha sido elaborada y se puede leer en la página oficial de la Universidad del CEMA, si el lector tiene la pretensión de profundizar este estudio.


         El relato oral recogido, da cuenta, coincidiendo con ese año, que solían llegar en tren a la Estación de Ramos Mejía, individuos ataviados con traje y una maleta por todo equipaje, respondiendo a los cánones de la raza aria, que sin hablar castellano, se acercaban a la parada de taxis, en aquella época, ubicada sobre Bolívar esquina Rivadavia, a las puertas del Bar “El Inca”, con un papel en el cual figuraba una dirección. Papel que era exhibido al taxista para que los condujera hasta ese lugar. Citan el barrio como aquel que esta en el lado norte de nuestra ciudad, precisando la zona como detrás del Colegio Ward.

            El recuerdo es vago y ha pasado de abuelos a nietos, y dice que la curiosidad ganó a los taxistas, a tal punto, que cuando ya habían sido muchos los pasajeros y viajes hasta ese domicilio, uno de los taxistas, antes de emprender, el que luego sería su último viaje, habría manifestado que con ése último pasajero, trataría de averiguar de que se trataba todo ello. Nunca más se supo algo del infausto taxista. Fantasía, leyenda, mito urbano? Queda en el lector su final apreciación.

La tos convulsa de un futuro presidente

            Cuando la vasca Dominga recibió al pequeño de once años, enviado desde el sur por sus padres para que, con “los aires ramenses” curara su tos convulsa, jamás imaginó que su nieto, terminaría siendo tres veces presidente de la Nación.

            Dominga Dutey Bergougnan, casada con el doctor Tomás Liberato Perón, quien fallece en nuestra ciudad el 1º de febrero del año 1889, a los 50 años de edad y cuando mucho se podía esperar de su sabiduría, recibe la visita durante el reconocimiento póstumo a su marido de los diputados Ramos Mejía, Rueda, Macías y Albarracín que de inmediato solicitan una ayuda para la viuda del doctor; modesta ayuda de 200 pesos que recién le es otorgada para aliviarla de sus necesidades ya que sus medios de vida eran escasos en el año 1892.

            El doctor Tomás Perón muere en La Matanza y es así porque aquejado por una grave enfermedad se traslada a Ramos Mejía por ser el aire más saludable que la zona donde habitaba.

            Supo relatar Alfonso Corso que “Bueno es saber que Liberato fue condecorado por los vecinos sanjustenses de la época, y en esa casa en la década del 30-40 más de una vez el General Perón se acercó para conocer el sector del que fue su querido abuelo que no tuvo la fortuna de conocer”.

            Su casa ramense estaba ubicada con frente a la hoy calle Alvarado, entre las actuales Avenida de Mayo y Necochea. Tomás Eloy Martínez escribió al respecto: La casa de doña Dominga era blanca, pequeña, rodeada por cercos de ligustro. Allí conoció Mario (el padre de Juan Domingo Perón) a los señores Maupas, que tenían un parentesco remoto con los Martirena y estaban interesados en mejorar la explotación de sus haciendas en el Chubut. No tardaron en concertar un buen trato. Mario les administraría el campo de La Maciega -en Cabo Raso, doscientos kilómetros al sur de Puerto Madryn-, criaría sus propias ovejas y dividirían las ganancias.


            En la primavera de 1900, Mario Tomás emprendió el insensato viaje hacia los desiertos del sur, arreando una manada de quinientas cabezas.

            Dice la historia que en el año 1906, Juan Domingo contrajo una varicela, que la abuela mitigaba con baños de agua caliente y cataplasmas de talco. No había terminado de curarse el niño cuando lo atacó la tos convulsa, y aquella vez fue Baldomera quien lo curó con una medicina pretérita, columpiándolo en el parque antes del amanecer, cuando los árboles sueltan el oxigeno y el aire se pone azul. Es el año 1908, su abuela lo inscribe en el Politécnico Olivos y vuelve a su casa de la capital de la calle Bolivia 377 en el barrio de Flores, de la que volvería a su chacra en Ramos de tanto en tanto, fue ella la que lo hizo preparar para el Colegio Militar y le consiguió la beca por su primo el coronel Dutey. Su fallecimiento, justamente en Ramos Mejía, se produjo el 9 de diciembre de 1930.


            Doña Dominga, falleció sin imaginar que ese pequeño niño del que cuido con esmero y dedicación, sería luego elegido por los argentinos, no una, sino tres veces como presidente de todos los argentinos. Este dato: que Juan Domingo Perón viviera en nuestros pagos, debe sorprender a muchos, pero, debo decirles que no es lo única sorpresa que nos deparará Don Juan Domingo.


Un cadillac presidencial como remis

            Les decía de otras sorpresas de “Perón” para nuestros pagos. Si bien ésta, involucra a Ciudadela, por la proximidad con nuestra vecina ciudad y porque el testigo es un ramense, merece su publicación.

            El taxista Carlos Guarella, columnista del Diario La Nación, quien se ocupara de averiguar la historia del automóvil Cadillac que transportara durante años al presidente Juan Domingo Perón desde la quinta de Olivos hasta la casa de Gobierno, nos cuenta que: Durante la Revolución Libertadora, ese automóvil permaneció guardado en la cochera presidencial que se encuentra en Leandro N. Alem y el pasaje Tres Sargentos del barrio de Retiro, finalmente fue rematado y adquirido por un particular que lo tuvo en su poder durante largos años y al fallecer este lo vendieron y actualmente es propiedad de la firma BlmAutoEpoca, coleccionistas de autos que pertenecieron a grandes personalidades, contando entre otros con vehículos que fueron de Juan Manuel Fangio y de Diego Armando Maradona.
           
            Es oportuno mencionar que el Cadillac limousine modelo 1951, construído por la empresa General Motors Company, posee un motor V8 de 5424 c.c. de cilindrada, una caja automática de 3 velocidades y marcha atras, dirección hidráulica, levantavidrios eléctricos y cuenta con un peso total de 2.310 kg., tapizado negro de cuero avainillado y pana en óptimo estado de conservación.
            Al publicar esta investigación, Carlos es contactado por Silvano Marangone quien le cuenta la siguiente historia: “desde el año 1960 estoy radicado en California, Estados Unidos. Hace unos días un amigo me envió un e-mail donde usted cuenta su visita al museo Eva Perón y su encuentro con el Cadillac de Perón. Quiero contarle que en el año 1956 estaba planeando mi casamiento cuando un amigo del barrio en Ramos Mejía, me dijo que había un remisero en Ciudadela, que alquilaba el Cadillac limousine que había sido de Perón. Fui a ver al señor y lo contraté por $300 de aquel entonces.


            El remisero me hizo notar que si la calle era de tierra, él no manejaba su auto en la tierra. Efectivamente, la calle Charcas, donde vivía mi novia no estaba todavía asfaltada y le dije que no había problema puesto que la novia podía caminar por la vereda la media cuadra hasta el asfalto de la calle Martín Rodríguez.


            Luego me enteré que el amigo decidió entrar la media cuadra y levantar a la novia y a su padre frente a su casa. De allí los llevó hasta la Iglesia San Cayetano en Liniers; de allí fuimos hasta la casa de fotos y al salón de fiestas.  Como usted lo dice el auto era fuera de serie, una belleza. Me alegra saber que ha sido conservado hasta hoy en día. Por supuesto para mi esposa y para mí, fue un Cadillac muy especial y gracias a su relato volvimos a disfrutar de lindos recuerdos”.

            Segunda sorpresa.


El día que desairaron al Coronel

            Desde hace muchos años, los ramenses estamos acostumbrados a ver en la esquina de Rivadavia y Bolívar a la Farmacia Para Ti. Esta farmacia, hace unos pocos años atrás, anexo un local contiguo sobre Bolívar, en el que durante mucho tiempo funcionó un cafetín, o mejor dicho, un copetín al paso, denominado “Leo Ramos”.

            Leo Ramos resultó ocupar el mismo solar que antaño ocupo el Bar El Inca, al que ya hemos citado en la recorrida comercial. El grupo de memoriosos de Magariños y Carlos Morelli, me contaron una anécdota muy interesante que involucra al Inca, a los taxistas, un mozo y un Coronel.

            El Inca contaba entre sus empleados con un mozo bastante singular, de nombre Rigoletto. La historia refiere que cierta vez, tal como contábamos en el capítulo sobre Perón viviendo en Ramos Mejía, durante aquella década, de tanto en tanto, Perón volvía por estos pagos.

            En uno de los tantos regresos a la Capital, Perón junto a su chofer, se estacionaron frente al Inca e ingresaron al local, para, podríamos decir una parada sanitaria, aunque, una vez en el lugar y luego del menester fisiológico, se acomodaron en una mesa y pidieron a Rigoletto un par de cafés.
            Resulta entonces que, entre el pedido y el despacho del mismo,  ingreso al bar un taxista que volvía de realizar un viaje, es en ese preciso instante que le pide un café al solícito mozo.

            La anécdota debe haber sucedido en los primeros años de la década del cuarenta, ya que el militar fue reconocido por los amigos taxistas, muchos de los cuales no guardaban simpatía sobre el que empezaba a ser un personaje renombrado. Debe haber sido por ello, que justo en el momento en que Rigoletto, su bandeja y dos cafés se dirigían a la mesa del Coronel, los parroquianos taxistas le exigieron al mozo que atendiera en primera instancia al colega y no al foráneo cliente.

            Absorto por el desplante, el Coronel Perón se dirigió nuevamente al baño y orinó, retirándose finalmente sin consumir. Ese, dicen, fue el día que Perón “meó en Ramos Mejía”.

            Tercera y última sorpresa que nos deparó Don Juan Domingo en éste rescate histórico sobre nuestra ciudad. 



11 comentarios:

  1. Hola Ramenses, mi nombre es Mariano Miguez, nacido y criado en Ramos Mejia 4ta generacion ya que mi bisabuela Nacio en Ramos en 1868.
    Queria corregir el mapa armado a mano ya que sobre Bolivar donde dice Bazar Arroyo en ese lugar estaba el Bazr Miguez, fundado en 1949 por Rodolfo Oscar Miguez (mi abuelo). El bazar Arroyo estaba sobre Belgrano entre Bolivar y Av de Mayo al lado del Banco Provincia.
    Saludos y me alegra saber de las historias de mi Pueblo.

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    1. Muchisimas gracias por la aclaración.

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    2. Hola Mariano mi nombre es Graciela y estoy buscando datos sobre mi bisabuelo que tenia un peluquería de caballeros entre los años 1890 y 1920, se que vivían en Ramos Mejía, eran la familia de Aloysio-Martinez, si sabes donde pueda buscar te lo voy a agradecer.

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  2. Muy buena información, aunque deberían figuran la pizzería el Musel, lugar antecesor a las palmas, y debería fomentarse el viejo bar la 224 a lado de la florería la orquídea, entre otras cosas

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  3. Mi apellido es TOZZI, mis abuelos vinieron de Italia en 1984 y se instalaron en V. Sarmiento.Mi padre tenia en local en 3 de febrero y Emilio Mitre, donde se escucho la pelea famosa de Firpo por el titulo mundial, mi padre era radioaficionado "LU4EJ".
    Otra :Tendría que hacer mención al "reloj de sol" que estaba en la placita triángulo, de la unión de San Martín con Moreno.
    Otra:No mencionan que en la Av. de Mayo desde Rivadavia hasta Alvarado, en las plazoletas centrales tenían "árboles de Tilo".un espectáculo imborrable.Mi hermano mayor era el dueño de CASA TOZZI en B Mitre 7 y después estaba el cine ARDOINO hoy San Martín. Gracias por su atención. (nací en 1933).

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. ERROR : mis abuelos llegaron a Ramos Mejía en "1884 " .gracias

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  6. Queridos Ramenses. Nací en Ramos en 1947, en la Clínica Goñi de la Av. de Mayo pero en aquellos años se solía inscribir a los chicos en la Capital , que estaba a un paso, porque si no, había que ir hasta La Plata para hacer cualquier trámite. El caso es que mi abuelo español y catalán, tenía una peluquería en la Av. de Mayo al 800 de la Ciudad de Bs As y usaban ese domicilio. Vivíamos en Belgrano 37, al lado del mercado, que tenía una entrada con una lechería de productos de la Vascongada- la Martona estaba sobre Bolívar- , a la vuelta. La casa fue construida por mi abuelo italiano en los 30 o los 40 y ocupaba un predio de 50 metros de fondo. Tenía un jardín adelante, con canteros y caminitos , y mi viejo plantó una vez un pino que con los años se hizo gigante. La casa , de típico estilo italiano era blanca y en el frente por encima de las inmensas ventanas tenía el nombre de la familia en letras rojas: VIOTTI.
    En esa casa vivía mi abuela y una tía , hermana de mi viejo. Mi abuelo había muerto a mediados de los 30 de un cáncer de estómago. La casa ocupaba el terreno hasta la mitad y en el fondo a donde se accedía por un pasillo lateral, se construyeron dos típicos PH con patio y terraza, el 1 y el 2. En el 1 vivían los Lizardo, que tenían la librería enfrente y en el 2 , nosotros (mis viejos y mis dos hermanos, Ana del 45 y Fernando del 49).
    Por descontado , todos íbamos la escuela 4 , en su nuevo edificio de Av. de Mayo que se habrá inaugurado en los primeros 50.
    El edificio abandonados de la vieja escuela 4, estaba enfrente justo a lado de la librería de Lizardo y por los fondos saltábamos la pared medianera y hurgábamos como posesos en las viejas aulas de machimbrado roto , encontrando tinteros de porcelana y restos de basura que para nuestro cabeza infantil eran tesoros invalorables. Los Viottis y los Lizardos éramos una pandilla permanente de aventuras y fechorías diarias, con señales con silbidos que nos llamaba para juntarnos, dado las cercanía de nuestras viviendas respectivas.
    Las tardes de verano , entre bicicleteadas , carritos de rulemanes hecho por nosotros mismos, carreras de autitos rellenos con plastilina y suspensión de bandita elástica, en las tres plazoletas inmensas que había en la calle Belgrano desde Bolívar hasta Av. de Mayo, conformando un boulevard arboladito donde se intalaban de vez en vez, ferias francas a lo largo del año o kermeses de beneficiencia para los carnavales. Estamos en 1955, 56 hasta los 60 en que todo empezó a cambiar y a hacerse mas intrincado y menos colorido. Tengo cientos de recuerdos y sus imágenes. Un saludo.

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    1. gracias por compartir sus recuerdos!

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    2. Hola que linda historia <3! yo soy Lizardo, estaba buscando datos de ellos!! queria saber si tenias mas informacion de ellos

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Nostalgias de un tiempo que pasó

Agradecimientos Esta crónica que hoy llega a sus manos ve la luz gracias a todos los amigos que de una u otra manera se prestar...