En
el primer cordón del conurbano bonaerense, en las barriadas, cuando uno desde
su calle o su barrio debía trasladarse hasta el centro comercial de su
localidad, solía decir, por ejemplo en nuestro caso, “me voy a Ramos”,
como si el lugar en el que uno estaba no fuese el mismo Ramos.
Esta
manifestación, solía traer una que otra confusión al recién venido al barrio o
a los ajenos al mismo, un ejemplo clásico es el del habitante de la capital,
quien suele manifestar, viviendo en cualquiera de los barrios capitalinos
“vamos al centro”, en clara referencia a ir hasta el microcentro porteño.
Que
en los barrios se utilizara el “vamos a Ramos, ..Morón, ..Caseros”, está
directamente ligado a la frase “vamos al centro”, quizá para no ser
menos que el porteño.
Citar
esta frase comprende una anécdota personal. Para nosotros, que la usábamos con
mucha frecuencia, sin tener en cuenta quien fuera nuestro interlocutor, a veces
nos ocasionaba más de una aclaración: si uno comenzaba a “noviar” con alguna
chica que no fuera del conurbano, por ejemplo una porteña, en sus primeras
visitas a nuestro barrio solía confundirse más de una vez al escucharnos
hablar. Convengamos que aquellos no eran los mismos tiempos que ahora, por esos
años, no todo el mundo poseía un vehículo y no era usual que quien viviera en
la Capital se trasladara con demasiada frecuencia al conurbano.
Normalmente éramos nosotros los
que nos movilizábamos de un lado a otro. Acostumbrados a que Dios atienda en
Capital Federal, era muy normal andar viajando desde la periferia al
microcentro porteño. Por eso, para ellas o ellos, cuando se acercaban a
nuestros confines les resultaba confuso saber donde estaban; imaginen un
diálogo:
-
Ella (en la casa de su novio):
¿qué barrio es éste, dónde estamos?
-
El: en Ramos.
Diez minutos más tarde,
-
El: ¿te parece si vamos a Ramos?
-
Ella: ¿perdón, pero dónde estamos
entonces?
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