lunes, 6 de agosto de 2018

Introducción


Nací imaginativo y sensible. Viví durante mi infancia y mi adolescencia con seres nada extraordinarios, algunos llenos de amor y de comprensión hacia mí; otros indiferentes.

            Me pongo a escribir estas memorias de mi infancia y adolescencia, no sólo para el goce de recordar días felices, a veces las escribo para que sirvan de testimonio a padres, maestros y a todos los que se interesan en la niñez. Creo que se ve en este libro cómo un ser nuevo se va afirmando, apoderándose de su personalidad, compleja siempre, como la de todos los seres humanos.

            También este libro ha de ser grato a los que - sentimentales - gustan recordar el tiempo pasado, pues, según el sensible Jorge Manrique, “cualquier tiempo pasado, fue mejor”; cosa con la que yo no comulgo. El pasado, si florecido de recuerdos, también está espinado de remordimientos y desilusiones. El futuro tiene proyectos y esperanzas...

            Después de leer un trozo literario de este tenor, escrito allá por 1956 por don Alvaro Yunque, “Un muchacho de ayer”, profundizar acerca del por qué de este trabajo se me presenta bastante difícil, sobre todo por la coincidencia absoluta que tengo con lo escrito por él.

            Mis recuerdos no tienen fecha precisa, lo que trato de reflejar sucedió entre las décadas del setenta y del ochenta del “siglo pasado”. No me mueve otra intención que trasmitir historias y costumbres de un tiempo que resultó ser fantástico y que el devenir del tiempo, las nuevas costumbres y el desarrollo tecnológico fue dejando de lado.

            Hace poco, un jugador de fútbol relataba que se encontró con la necesidad de escribir su propia historia, con la única intención de que su hijo supiera todo respecto de su padre y se preguntaba, ¿por qué sólo alguien considerado importante podía tener una biografía? Por eso, coincidiendo con él, y sin ser éste un intento autobiográfico, es que decidí emprender esta zaga de historias ramenses, con la firme convicción de que con ello, lograré trasmitirle a mis hijos una parte importante de mi vida, con la cual, muchos de mis contemporáneos se sentirán identificados.

            Dice Yunque, Hay seres que han pasado por la infancia, ciegos y sordos. Y como siguen sordos y ciegos creen que en ella nada interesantes les ha ocurrido. De adultos puede ser que nada interesante nos ocurra, de niños, no. En la infancia siempre ocurren cosas interesantes.

            En este libro, no encontraran más que la desnudez de mis recuerdos. Por el rescate y la memoria.

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